Siempre fui buen esclavo. Obedecí a mis viejos, a mis maestros, a mi psicólogo de turno, a las profesoras de la secundaria. A una le mostré un poema y me lo devolvió lleno de marcas en rojo. De otra, la de inglés, me enamoré. Más tarde seguí las indicaciones que me daban los dirigentes del partido que recibí como herencia familiar. Mi conducta fue ejemplar. Ciegamente cumplí órdenes atroces. Luego rendí examen antes mujeres mandonas, jefes de mala redacción, falsos amigos dispuestos a fusilarme. La acumulación de gotas colmó el vaso y el agua se derramó. Me escapé de las fiestas, me echaron de todos los trabajos, me separé de todas las esposas (en su doble acepción) y también del cielo protector. Seguí finalmente el camino del deseo y la desobediencia fue mi ley. Ya no cumplo consignas. No espero ya la hermosa madrugada. Miro el mundo a ojo desnudo y tomo de él lo que me da. Hasta donde puedo soy capitán de mi propio barco. La desobediencia es la madre de toda creación. Veo tempestades y naufragios en el horizonte cercano. Pero qué lindo sentir la vida por primera vez.
L.
Estar atados a una línea de ejecución. Acciones establecidas y delimitadas por una estrategia ceñida al orden. Pero ¿qué es el orden? Quisiera sentir la vida por primera vez. Quisiera darme cuenta que la retrocesión de un modelo es merecedora de elogio. Cómo ya lo has hecho tú, Luis.
ResponderEliminarMaravilloso post.
No es fácil desobedecer. Tal vez hacerlo sea el premio por haber sido obediente primero. Mientras la desobediencia es un anhelo se manejan reglas establecidas, parámetros conocidos que dan hasta una cierta seguridad que permite a los espíritus inquietos cuestionarse, descubrirse y atreverse. Creo que para disfrutar plenamente de la desobediencia antes tenemos que haber sido obedientes.
ResponderEliminarGraciela B
Para empezar, no creo en los "mandatos", siempre sospeché, siempre dudé.
ResponderEliminarObedecer a veces es buenísimo y otras es un error. Depende mucho de las circunstancias, cosas obvias que podrían no serlo.
Creo haberme descubierto apenas nací o antes, luego el lenguaje se encargó del resto.
Tenés razón Luis, es hermoso vivir la vida por primera vez,
e
Yo siento que los "mandatos" están tan metidos dentro nuestro que hasta cuesta verlos. O sea, entender que todo lo que nos rodea es un mandato cultural y animarme solamente cuestionarlo, me hace sentir más libre.
ResponderEliminarMica