jueves, 3 de febrero de 2011

Los asesinos


El arma más letal de los asesinos es el silencio que habilita el acto. No la bala sino la complicidad. No la sangre sino la indiferencia social. No el grito de la víctima sino el ruido festivo que lo apaga. Mientras el mundo esté poblado de sonrisas conformes, miradas en blanco y almas neutrales, poco podrá hacerse por la verdad y la justicia. Aquí, allá y en todas partes los asesinos actúan sin trabas. Importan menos los que matan que los que dejan matar.
L.

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