jueves, 6 de octubre de 2011
Salvarse por el ruido
En mi casa, en el trabajo, en la calle, en las escuelas, en todas partes y a cualquier hora. En donde sea hay extraños deportistas dedicados a generar sonidos estridentes, perfectos y constantes.
Las formas de producción del ruido son diversas y siempre exitosas. Alcanza con poner música a todo volumen, dejar encendido el blackberry o el nextel, poner en marcha taladros, pulidoras, serruchos mecánicos, batidoras eléctricas, deslizar gritos desesperados e imperiosos, golpear mesas o tambores tribales, prender televisores, radios, desplegar alaridos técnicos o artesanales. Voy a exponer al respecto una teoría barata y sin fundamento alguno. Una teoría que parece haber sido pensada por doña Rosa o doña Eulalia. Una tontería atómica. Pero en fin. Para eso están los blogs, territorios libres del mundo. Hombres y mujeres, parejas y grupos familiares o amistosos, han resuelto salvarse por el ruido. En el silencio las multitudes se suicidarían en masa. ¿Cómo soportar la vida sin algo que suene fuerte en algún lado? ¿Cómo miraríamos a los demás? ¿De qué hablaríamos? La vida en voz baja o en silencio sería una catástrofe universal. Salvarse por el ruido. Una solución accesible, útil, práctica y necesaria.
L.
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