Desconfiar de los que dicen te amo a cada rato. Sospechar de quienes se llenan la boca con palabras simpáticas como poesía, cultura, madre, hijo, familia, educación, moral, dios, bondad, sensibilidad, arte, belleza, democracia, etcétera. Desconfiar de quienes critican a Tinelli porque en Bailando asoman demasiadas tetas y demasiados culos. Ese no es el problema. Desconfiar de los periodistas que hoy se muestran “preocupados” por “la soledad” de Cristina Kirchner. Dudar de los indiferentes y de los que opinan exclusivamente en base a lo que miran por TN. Confiar en el acto y jamás en el discurso. Dudar de todo. También de este blog.
L.
L.