Desconfiar de los que dicen te amo a cada rato. Sospechar de quienes se llenan la boca con palabras simpáticas como poesía, cultura, madre, hijo, familia, educación, moral, dios, bondad, sensibilidad, arte, belleza, democracia, etcétera. Desconfiar de quienes critican a Tinelli porque en Bailando asoman demasiadas tetas y demasiados culos. Ese no es el problema. Desconfiar de los periodistas que hoy se muestran “preocupados” por “la soledad” de Cristina Kirchner. Dudar de los indiferentes y de los que opinan exclusivamente en base a lo que miran por TN. Confiar en el acto y jamás en el discurso. Dudar de todo. También de este blog.
L.
L.
Lo de "confiar en el acto y jamás en el discurso" también es digno de someterse a duda. No sabemos qué hay detrás de una acción, por más sincera que parezca.
ResponderEliminarDe todos modos, se me viene Kundera a la mente, cuando habla de la espontaneidad del gesto. Quizás de él sí podamos fiarnos.
hay otro punto a tener en cuenta. freud advertía que no se debe ceder ante las palabras ya que si lo hacemos se termina cediendo ante las cosas, es decir, ante los actos. el post resulta inspirador.
ResponderEliminarludmila
La duda no siempre implica desconfianza, a veces busca razones porque busca entender. Tenemos sólo partes de la verdad, miradas personales e inevitablemente subjetivas. La desconfianza permanente implicaría un prejuicio y una valoración previa posiblemente alimentada por estereotipos que terminarían nublando el juicio y disminuyendo nuestra capacidad para percibir las diferencias en lugar de aumentarla. La sinceridad existe y la inocencia también. Actos, palabras y también circunstancias.
ResponderEliminarGraciela B
La duda es uno de los nombres de la inteligencia. O era la jactancia de los intelectuales?? No me acuerdo bien...
ResponderEliminar"Duda de todo. Encuentra tu propia luz."
ResponderEliminarDudar de todo, hasta de uno mismo.
ResponderEliminarNietzsche.
Me gusta mucho esa idea.
Y este blog, claro.