Apagué la luz. Él ya estaba acostado. Me acomodé a su lado. Me abrazó. ¿Por qué ya no me escribes cartas de amor?, le pregunté. Respondió que eran otras épocas. Le dije que igual me gustaría leer cartas alguna vez. Recordó que nos escribíamos cuando estábamos lejos y no nos conocíamos. Además -añadió- ¿una palabra reemplaza a un beso? Le dije que no y me quedé en silencio hasta que hice una pregunta más. La última antes de dormir. ¿Por qué ya no me besas?
Andrea
me impresiona, andrea, cómo podés decir tanto con tan poco. buen post y buen blog también.
ResponderEliminarmauro
great, andrea. un beso
ResponderEliminar¡Cómo no extrañar las cartas de amor!Aunque hayan abrazos y besos y piel que se busca y se encuentra. Escribirlas es no dejar los sentimientos en manos del viento , es confirmarlos , es cargar las palabras de sentido. Es verdad que un beso puede más. Es verdad que un abrazo antes de dormir da calor. Pero son más difíciles de guardar frente a los efectos del tiempo y la ausencia.
ResponderEliminarGraciela B