Nos habíamos citado en un bar próximo a su casa. Desde la ventana se veía un puesto de flores. Hacía tres años que estábamos juntos. Mientras caminábamos ella se ofreció a llevar mi abrigo como lo hacía siempre. Cuando anunció que me dejaba lo hizo con discreción. Busqué un billete y lo puse en la mesa. Hace poco volví a pasar por esa esquina. Ya no hay un bar sino una lencería.
El puesto de flores sigue ahí como si nada.
L.
Este tipo de historias es el que me gusta del blog. Microficciones.
ResponderEliminarSaludines!