Después de cinco o seis vasos de vino cualquiera baila como un rey en una fiesta. Después del séptimo o el octavo uno le dice cualquier cosa a una total desconocida. Se anima incluso a acompañarla al baño y a la cama doble. Con tres o cuatro botellas de cerveza uno declara amores que no siente, pasiones imbéciles, audaces propuestas que luego no podrán concretarse. Cuánto mejor sería que la heroica desinhibición llegase a grandes tragos de lucidez y no por obra de estimulantes artificiales. El alcohol desembriaga -dice Yourcenar-. Después de unos sorbitos de coñac ya no pienso en tí.
L.
Pero un vacito o dos no le hacen mal a nadie, no?
ResponderEliminarLila
A mí me pasó y aún me castigo. Desperté con jaqueca y esa persona por la que hacía años mantenía un amor oculto.
ResponderEliminarÉl para nada sutil me ofreció irnos juntos, me resistí hasta donde fui capaz. Lo único que sabía repetir era: "Me gustaría estar bien con vos, que seamos ésto pero sin borrachera de por medio".
Al día siguiente lo único que agradecí fue que él no recordara el maremoto de sentimientos que le había revelado.