Lo que más impresiona de un trompo es la persistencia de la rotación más allá de la causa que lo originó. Es como si el juguete se independizara del impulso inicial, o, para decirlo de otro modo, como si adquiriera vida propia. El ejemplo sirve para entender una infinidad de situaciones. Bastaría pensar en los hijos (que siguen "girando" más allá del deseo de sus padres) o en las parejas que debieron separarse hace rato pero sin embargo continúan, justamente, por inercia. De pronto la causa del movimiento se diluye y cede su lugar al movimiento mismo. El fenómeno es tan evidente como desconcertante. ¿Es entonces posible olvidar los primeros principios de todas las cosas? Quizás debamos revisar la sagrada ley de causa y efecto y hasta la mismísima figura de Dios. Quizás el mundo se mueva más por las flores que por las raíces. Y metidos ya en el baile, ¿a quién le importa cuándo y cómo empezó la música?
L.
La idea es intersante y cuestiona en parte la ley de Newton según la cual un cuerpo sólo se desplaza si se le aplica una fuerza externa. Lo del trompo libre de su impulso descataría, en cierto nivel, la necesidad de esa fuerza. Habrá que pensarlo.
ResponderEliminarLéo