A diferencia de lo que suele pensarse las vacaciones no cumplen la función de desconexión sino de conexión intensa con la vida. No viajamos a lindos lugares para desenchufarnos sino, al contrario, para enchufarnos. Estando de vacaciones podemos relacionarnos mejor con los otros y con nosotros, nos detenemos a contemplar el vuelo sinuoso de una gaviota como si de eso dependiera el destino del universo. Sentimos el viento como nunca y entendemos el sentido último de las mareas. Trabajando y viviendo en la ciudad -en cambio- nos desentendemos por completo de nosotros y los otros, vivimos alienados, ni siquiera miramos el cielo estrellado, y todo lo que deseamos es que lleguen de una vez las vacaciones. ¿Para qué? Para conectarnos por fin con lo que importa.
L.
Espectacular reflexión. Pienso lo mismo, la única manera de conectarse es esa.
ResponderEliminarSaludos, Luis.
Diego S.
Irse de vacaciones es sufrir los embotellamientos en la ruta, llegar y hacer cola en todos lados, aguantar la gente que hace lo mismo que uno y al mismo tiempo, pagar todo tres veces más, en síntesis, es igual o peor que el período de no-vacaciones, pero con mar.
ResponderEliminar