Primera rompiente, segunda rompiente, tercera rompiente y, después, el mar que ya no rompe, es decir, un plano definitivamente alterado, cierto nerviosismo, como quien vuelve de un desastre o va hacia él. Dice ella (su nombre no importa) que entrando al mar uno se olvida por fin de los problemas. Porque ahí adentro todo consiste en batirse a duelo con una ola, luego con la otra y por fin con la tercera que es, como se sabe y también se ignora, la vencida.
L.
L.
Simplemente: ¡qué imágenes tan extraordinarias!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.