Peleas familiares, carencias económicas, depresiones. Esa es la realidad de los 33 mineros chilenos cuya liberación conmovió a tanta gente sensible hace dos meses. Los trabajadores ya estuvieron en España, en Hollywood y viendo un partido del Manchester United en el Reino Unido. En breve viajarán a Disneyworld, Israel y Grecia. Hay ya dos películas en marcha, entre ellas una producción dirigida por Brad Pitt. Al margen de la fiesta y las burbujas los hombres reales, los que no aparecen en los medios, están sufriendo todo tipo de problemas psicológicos, sociales y económicos. Reygadas, el minero número 17 en salir, llora constantemente y no se duerme hasta las cuatro o cinco de la mañana. Los demás muestran síntomas similares y continúan acosados por los periodistas. Franklin Lobos, el futbolista, no habla más con su familia. Carlos Mamaní, el boliviano del grupo, vive todavía con su compañera y su bebé en una casita destartalada, en las afueras de Copiapó, sin siquiera agua corriente. El resto sobrevive con pagos del seguro médico acordados después del rescate. Los mineros sienten que el gobierno de Piñera los abandonó. Es indudable que la historia de los 33 de Atacama está lejos de terminar. Luego de sobrevivir 69 días en las profundidades del desierto, y en condiciones extremas, los mineros necesitarán fortaleza para completar la transición de regreso a la vida ¿normal?
L.
No sabía nada de esto. Me pregunto por qué el periodismo se ocupa de los hechos en un puro presente y los aborda sin retrospectiva y no los sigue en el tiempo como sí lo hacen ustedes al menos en este caso. Saludos desde Bragado. Mirta.
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