A veces las mujeres necesitan ser hombres. La mutación es provisoria pero necesaria para sobrevivir. Le pasó a la poeta y monja mexicana Sor Juana Inés de la Cruz en el siglo XVII. Su masculinidad -si esa palabra puede usarse para describirla- no fue física ni anímica. Fue más bien una respuesta a la interdicción de orden social que le prohibía asistir a la universidad y llevar una vida creativa, independiente y solitaria. No se está hablando de ambiguedad erótica sino de necesidad. En la vida moderna y cotidiana pasa algo parecido. Si la mujer no se vuelve hombre de acción en tal o cual momento queda convertida en una pura interioridad del ser. En ese estado constante la mujer se disolvería.
L.
Creo que la Revolución Francesa ofreció una de las primeras oportunidades para evitar que algunas mujeres siguieran disolviéndose. Desde Mme. Roland reuniendo políticos e intelectuales en su casa procurando gestar un nuevo orden que sustituyera el antiguo Régimen hasta Olympia organizando a las revolucionarias muchas anhelaron algo más que un lugar en Versalles. Es cierto tal vez hayan sido hombres de acción la pena es que aún hoy exista el peligro de disolución. ¿Será que es diferente la razón en manos y boca de mujer?
ResponderEliminarGraciela B