viernes, 31 de diciembre de 2010

Rumbo al lejano viento del norte


¿Y hacia dónde queda el norte? Es una pregunta común en clases de ciencias naturales y disciplinas afines. En casi todos los casos los alumnos se miran sin saber qué decir. Viven desde siempre en la ciudad pero no tienen idea de los puntos cardinales. También se han alejado del viento, del bosque, de la noche abolida por la luz. Como tantos lo hicieron en nombre del progreso. Pero, venganzas del tiempo, algunos de ellos están desilusionados y aun aterrados frente a los desastres del progreso. Por eso buscan en la ecología, en los viajes o donde sea alguna forma de eludir las maravillas que les vendieron. El progreso se ha vuelto para muchos, sobre todo para los humildes, un sinónimo de muerte. ¿Pero hacia dónde queda el norte? Antiguos marineros supieron la respuesta navegando primero con el cuerpo. Les bastaba sentir el viento en la cara para adivinar hacia qué lugar del océano debían torcer el rumbo. ¿Y cuántas estrellas somos capaces de reconocer en el cielo? ¿Y cuántos pájaros? ¿O es que ya no hay pájaros ni grillos ni mariposas ni insectos? Para saberlo hay que frenar la carrera (el cambio de año es una oportunidad de hacerlo) con vistas a recuperar la misma lentitud que hace falta para hacer el amor. Los buenos amantes raramente hablan y no se apuran jamás. ¿Pero hacia dónde queda el norte?
L.

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