Programas como Gran Hermano ya no tienen sentido. No vive casi nadie fuera de la casa. A todos nos vigilan vecinos atentos, voyeurs libidinosos, policías y curiosos. La intimidad pasó a ser un fabuloso espectáculo. No hace falta ningún reality para eso. Y si no miran nos exhibimos de manera igualmente obscena. ¿Qué cosa es, si no, el maravilloso mundo de las redes sociales y las maquinarias de la alegría? ¿Qué diferencia hay entre Gran Hermano y una persona que llama a otra por celular para contarle que está en el baño? Hay un desnudarse constante frente a desconocidos que también muestran sus partes para el goce colectivo. ¿Y qué queda de todo eso? Nada.
Y el que tenga dudas que mire un rato cómo duermen, hablan, cocinan, cagan o se bañan los chicos de Gran Hermano, los vecinos, la chica de enfrente y los diez mil seguidores de facebook.
L.
Creo que eso de mirar tanto a los otros es una forma de no mirarnos y de eludir algo central. Es un entretenimiento barato que no hace mal a nadie. El post exagera, este blog exagera, pero lo hace con clase.
ResponderEliminarDaniel F.