Ya se sabe lo que le pasó a Rimbaud con la belleza. Un día la sentó en sus rodillas y la encontró amarga. La cercanía del mar, del bosque profundo o de una mujer hermosa puede doler más que la grieta más horrible. Lo divino con el tiempo nos deja sin palabras, nos acorrala, nos daña. Quien vio la cara de Dios al menos una vez ya no puede observar ni las rodillas del diablo ni el ombligo de los ángeles. Así no se puede vivir. Mejor sería renunciar a la belleza de una vez y abrazar con gusto las arrugas del mundo. ¿Por qué nos negamos tanto a la fealdad? ¿Por qué somos esclavos de la forma y no del fondo que, supuestamente, debería importarnos por encima de todo?
L.
Y no olvidemos que en medicina existe algo llamado "síndrome de Stendhal", grave malestar psicosomático causado por una exposición excesiva a la belleza...
ResponderEliminarLudmila
proust dijo "dejen las mujeres hermosas a los hombres sin imaginación"... cele
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