Dado el increíble avance de las nuevas tecnologías resulta fundamental desactualizarse con urgencia. Es la mejor manera de no perder el tren del progreso. Desprogramarse, desconectarse, retirarse. Ante cada nueva versión de windows, por ejemplo, debemos volver a la anterior, y a la que estaba antes, hasta ignorar por completo el significado de la palabra mail. Una vez apagada la computadora, clara señal de primitivismo, debemos escribir cartas a mano en un papel y llevarlas hasta el correo más cercano. De ese modo seremos, por fin, modernos. Se impone también el abandono de las flamantes cámaras digitales para retroceder a sus diseños iniciales, recuperar luego las analógicas y abandonar por fin la fotografía. En las principales ciudades del mundo la gente se limita hoy a contemplar la vida y luego a recordarla e incluso olvidarla. Algunas personas toman apuntes en un viejo cuaderno y dibujan croquis de árboles y catedrales medievales. El ciclo se completa con el progresivo abandono del vetusto automóvil para avanzar hacia la bicicleta y las caminatas de última generación. Se estima que en los próximos años la gente conseguirá encontrarse en las esquinas abandonando para siempre el celular. Los más desactualizados pondrán en práctica la renovada técnica de dar besos reales en bocas de verdad. Se dirán palabras nunca pronunciadas que sonarán casi como las del primer hombre y la primera mujer. Cuando todo eso por fin se consiga no habrá manera, ya, de volver hacia adelante.
L.
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