La inmediatez del correo electrónico aportó ventajas e instaló nuevos problemas. El principal es no responder a los mensajes recibidos. Mucha gente lo ha tomado por costumbre. Se le pregunta algo puntual a una persona (algo quizás relacionado con un trabajo o una necesidad apremiante) y del otro lado ni palabra. El silencio, en tal caso, es una forma encubierta de violencia o desprecio. Puede haber algún mensaje que lo justifique sobradamente. Eso lo admito y hasta me parece saludable. Pero no tantos y de manera tan sistemática. Estoy a favor de responder siempre así sea para decir que no o para expresar claramente un grave desacuerdo. Pero en casi todas las situaciones, insisto, la peor respuesta es el silencio.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario