sábado, 15 de enero de 2011

La vida secreta de las palabras


A veces para contentar a alguien, para que no se enoje, para que siga siendo nuestra novia, novio, amiga, amigo, padre o compañero de tareas, decimos exactamente eso en lo que no creemos. Mentimos. Fingimos. Total, dicen los viejos, a las palabras se las lleva el viento. Pero el viento es juguetón y llevará lo que decimos a otra parte y en esa parte el engaño hará estragos. Cuidado. Se empieza cediendo en las palabras y se acaba cediendo en los hechos.
L.

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