Anoche participé de un hermoso recital de música autóctona realizado en la sede de la ex Escuela de Mecánica de la Armada (Esma). Por si alguien todavía no lo sabe debe recordarse que ahí funcionó entre 1976 y 1983 el mayor centro clandestino de detención de la dictadura militar argentina. Unas cinco mil personas fueron confinadas en el lugar. La mayoría de ellas, ésto es demasiado conocido, fueron torturadas sistemáticamente y luego arrojadas vivas y agonizantes desde aviones al Río de la Plata. La ex Esma es hoy un museo de la memoria donde a veces se realizan recitales de música autóctona como el de anoche. No sé qué más decir. En el casino de oficiales ya no se escuchan gritos de mujeres violadas y humilladas. Ningún hombre pide piedad en la que fuera sala de tormentos. Los asesinos están en la playa o en la cárcel. El lugar exuda paz. Sólo algunos perros hacen pis entre los árboles añosos. Hablar de ésto en un blog, un día sábado y de verano como hoy, resulta un acto de evidente mal gusto. Lo sé bien. Los felices suelen decir que debemos mirar hacia adelante y nada más que hacia adelante. Así lo hacían todos en la Autopista del Sur. Yo también lo intento. Miro fijamente hacia adelante. Pero no veo nada.
L.
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