jueves, 13 de enero de 2011

Los conversos


Nada peor que los conversos en política. Formaron parte de una generación que creyó en la posibilidad de cambiar el mundo. Ahora, confirmada la derrota, se pasaron de bando. Es cierto que si una idea se demuestra errada sería estúpido aferrarse a ella. ¿Pero qué obliga a un hombre a negar lo mejor de sí mismo? ¿Acaso no es posible regenerar los sueños en nuevos y variados escenarios? La sociedad que preveía Marx está lejos de ser una realidad. Pero su proyecto ha penetrado tan profundamente en la época que todos, de alguna manera, somos marxistas sin saberlo. Un siglo entero fue signado por esa filosofía. Los conversos lo saben pero, como quien renuncia al amor en nombre del sentido práctico, ellos abrazaron lo que está como única forma de existencia. Lo que está es horrible. Y lo que aún no está, ¿quién se anima a juzgarlo por anticipado?
L.

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