No a todos los náufragos les va mal. Lo peor de un viaje es que no pase nada. Si el barco se hunde y se debe nadar entre las olas el destino puede cambiar favorablemente. En ocasiones el náufrago se salva gracias al naufragio. Veamos si no el ejemplo de Paul Gauguin. Harto ya de estar harto se hundió un día en la Polinesia, y, una vez ahí, entre frutas exóticas y mujeres semidesnudas, alumbró una obra pictórica extraordinaria. No hay motivos para temer el naufragio. Un hombre al nacer cae en un sueño como quien cae al mar, escribió Joseph Conrad. Si trata de salir al aire como suelen hacerlo con esfuerzo los inexpertos, ese hombre se ahoga.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario