Aristóteles pensaba que la tierra era estacionaria y que el sol, la luna, los planetas y las estrellas se movían en órbitas circulares alrededor de ella. Confiaba en eso debido a que, por razones místicas, suponía que nuestro planeta era el centro del universo y que el movimiento circular era perfecto. A muchas personas les pasa algo similar. Se creen el centro del universo y dan vueltas en círculo como los astros aristotélicos. Después vino Copérnico y puso todo patas para arriba. Cuando se dio cuenta de su herejía difundió sus ideas pero de manera anónima...como la mayoría de comentarios que llegan a este blog. Antes del siglo pasado a nadie se le hubiera ocurrido que el universo está en plena expansión. O que luego, llegando a cierto punto, posiblemente se contraiga como un pene satisfecho. No aceptar esta evidencia puede deberse a la inclinación que tiene mucha gente a creer en verdades eternas, amores definitivos, vocaciones totales y soles inmóviles. Pero, qué pena, la naturaleza no funciona así. Nada es eterno, nada es inmóvil y hasta las estrellas, cuando mueren, se convierten en agujeros negros...
¡Y tan santas que parecían!
L.
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