sábado, 22 de enero de 2011

Corazón salvaje


La reunión imaginaria de caballo y mujer parece un tópico de la literatura de todos los tiempos. Se ha visto en la mitología griega, en los textos obsesivos de Clarice Lispector, en los diarios íntimos de Alejandra Pizarnik. ¿Metáfora sexual? Es posible. Pero también figura de la libertad desbocada, fantasía del corazón salvaje y sin límites que se lanza a galopar en la pradera infinita. La mujer tantas veces reprimida y tantas veces ubicada por la sociedad en un lugar de muñecas y mesas bien servidas se harta un día de ser el muñequito en la torta de los hombres. Y entonces viene el caballo y saca a la princesa de todas las casillas y de todos los castillos.
L.

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