Algo puede pasar. Algo siempre puede pasar. Una caminata en el jardín, un río que se seca, un sonido penetrante. Algo pasó en algún momento. Yo estaba sentada y de repente las ventanas se quebraron. Fue un error, dijeron ellos. Buscábamos a otro. Yo sabía a quién buscaban. Lo vi llegar hace tiempo. Serio. Jovial. Su mujer, tímida, apenas saludó. Él se acercó, me dio la mano y dijo que quería aprender a sembrar. ¿Tan tarde?, pregunté. Tan temprano, murmuró. Fue entonces cuando supe quién era. El hombre me veía a través de sus lentes gruesos. Le di semillas como regalo. Él apenas sonrió. Lo vi arar la tierra, cortarse las manos, sudar. Lo vi bajar por la pendiente para traer agua. En las noches, bajo una luz tenue, lo vi escribir como quien duerme. Tanto ritmo no puede frenarse. Pero algo puede pasar. Algo siempre puede pasar. Hasta el sol morirá algún día.
Andrea
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