Cuando ella se va y tengo toda la cama para mí lleno la mitad del espacio con un montón de cosas. Es un proceso natural, quiero decir, no forma parte de un plan estratégico y ni siquiera es comodidad. Cada nuevo libro se queda ahí. También los marcadores y señaladores que usé para subrayar. Luego se van sumando boletos de colectivo, medias, platos, monedas, sobres sin abrir, carpetas, fotos y papeles. De noche, cuando me acuesto, llego a pensar que del otro lado hay una amante silenciosa que sólo se manifiesta, como un libro, al abrirse. Llamo a esa parte la mitad culta de la cama. En la otra zona estoy yo con la ignorancia de siempre.
L.
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