miércoles, 12 de enero de 2011

Tú eres aquello


Tú eres aquello. Casi toda la historia del pensamiento oriental se basa en ese axioma. Tú eres mujer, tú eres hombre, tú eres el muchacho y la niña, tú, como viejo pastor, te apoyas en un cayado, tú eres el pájaro azul y oscuro y el verde de ojos rojos, tú eres las estaciones y los mares, la selva y el prado, el asesino y la víctima. Occidente se opone a esta identidad de contrarios postulando en cambio que tú eres esto o aquello. La filosofía oriental no ha padecido el horror al Otro, así, con mayúscula. Al contrario. Admitió que en un punto el yo se vuelve nosotros y ellos. Hay un momento en que dejamos de ser el castillo amurallado para convertirnos en un río cuyas aguas se mezclan obscenamente con las de otros ríos. Hay un solo problema. Si yo soy los otros debo hacerme cargo y actuar en consonancia con el cosmos. Pero en sociedades individualistas, egoístas, como la nuestra, la fusión entre esto y aquello, entre las piedras y las plumas y los abandonados es poco menos que sospechosa para convertirse, directamente, en un acto subversivo.
L.

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