sábado, 29 de enero de 2011

Teoría del todo


Supongamos que la frase todo no se puede está errada. O es cobarde. O es mediocre. O es totalmente incompleta. Aceptemos eso. Entonces quiero todo. Lo grande y lo chico. La rutina, la pasión, el sexo, la felicidad. También el aburrimiento y la tristeza. Había dicho que quería todo. El placer y la vulgaridad. La ingenuidad y la lucidez. La altura y el peso. Cuerpo y arma, perdón, cuerpo y alma. Pero como para conseguir todo eso hace falta sufrir un poco, al menos un poco, entonces debo padecer carencias, dolores y por qué no muertes. Quien quiera comerse un plato lleno de cerezas debe aceptar que algunas se enreden con otras y que las más ricas se confundan con las más amargas. El goce infinito, en suma, demanda penas igualmente infinitas. Si realmente quiero todo tendré que aprender a soportarlas en paz, sin esperanza ni desesperación.
L.  

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