Kin-yeh recibió una carta de su amada anunciándole que volvería a sus brazos. El anciano maestro cruzó las islas, los prados y los bosques para recibirla. Pero ella no llegó y él tuvo pruebas de que, en realidad, no tenía intenciones de hacerlo. Si la piedra que arrojas al aire dice que caerá al suelo -escribió luego Kin-yeh- créele. Si el agua dice que te mojarás al sumergirte en ella, créele. Pero si tu novia dice que volverá...no le creas. No es una ley de la naturaleza.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario