En Barcelona hace frío pero los días son primaverales. Es raro. Un cielo limpio y sin nubes y un sol precioso. He salido con mi abuela a pasear por la plaza. Ella no habla nunca y ahora sé por qué. El catalán no es su idioma. No habla pero canta. Recién ha tarareado conmigo una canción que me cantaba cuando era niña. Qué grande se viene el río /Qué grande se va la mar. Son melodías antiguas que salvan del abismo justo antes de tocarlo. Escribir en castellano a desconocidos equivale en parte a lo que significa el canto para mi abuela. Es tal vez una manera nueva de hablar, de explorar y explorarme. La escritura en general me ayuda a descargar el vacío y a reconciliarme también con ese vértigo y vencerlo y amarlo. Nunca se sabe. Para mí, como para tanta gente, estar cerca de la nada es como estar al borde del mar. Necesito el mar como el aire. Por ahora mi relación con él se parece a un escarceo adolescente y erótico. Vamos juntos y tomados de la mano, nos besamos y nos acariciamos, pero no llegamos, aún, hasta el final.
Sònia Moll
Sònia Moll
Sònia vive en Barcelona, es lectora y amiga de Suspende y autora a su vez de un hermoso blog escrito en catalán que invitamos a conocer. Escribió el texto y tomó en Costa Brava la foto que ilustra. http://lavidatevidapropia.blogspot.com/
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