sábado, 22 de enero de 2011

Entre el cielo y la tierra


El lugar del sueño es más seguro que la tierra firme. Dejarse ir, dejarse llevar por el pensamiento, por un recuerdo, un libro o una música. Lo real nos aleja de eso. El paraíso perdido o encontrado -en cambio- permanece intacto. Habría una sola objeción. Sólo podemos soñar con los pies hundidos en el suelo. No se puede ir de la nada hacia la nada. Para volar hace falta un borde. Una especie de orilla. Los pájaros y los poetas lo saben.
L.

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