Inés, una amiga cordobesa, compartió conmigo una historia de amor limitado. Su novio es de La Plata y ella lo ve una vez cada quince días. La frecuencia es exigua pero los encuentros son muy buenos. Inés, sin embargo, no está conforme. Después de cada cita me quedo con gusto a poco, resumió. A modo de respuesta le conté lo que le pasó al pez banana. Era un pez loco por las bananas. Le encantaban. Un día encontró la grieta de una cueva y se metió. En el lugar había una especie de platanal submarino. Animado como nunca el pez comió 78 bananas (la cifra es exacta). De tan hinchado que estaba cuando quiso salir no pudo pasar. Y para qué seguir. El pez murió con gusto a mucho. Siempre es bueno quedarse con un poco de hambre, le dije a Inés como consuelo. Pero sin exagerar.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario