domingo, 9 de enero de 2011

La orgía perpetua


Ella se fue. Antes cubrió la casa de pistas. Como si celebraran una orgía sus bombachas se abrazan a mis calzoncillos en un cajón de la cómoda. Las zapatillas de correr ya ni caminan. El frasco de Chanel, casi vacío, no me deja pensar. Abro al azar uno de sus cuadernos y leo. No es a tí a quien miro. Dos páginas más adelante escribió lo siguiente. El amor en el mar no es romántico. Los peces se comen, se muerden, se atacan y camuflan. Algunos usan señuelos luminosos para atraer a sus víctimas y devorarlas. Ahora recuerdo que me había prohibido que leyera las anotaciones personales. Voy a dejar de hacerlo. En el perchero cuelgan todavía sus bufandas. ¿Volverá?
L.

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