Suspendelviaje no cierra ni por lluvia ni por duelo ni por nada. Sólo por razones técnicas como ocurrió hace poco. Y ni siquiera. Este blog se ha convertido en una militancia diaria y absurda como casi todo lo que hacemos. Un emprendimiento sin causa. Una pasión sin futuro. Me escribe una lectora para hablar justamente de la constancia en este blog. Y es verdad. Habiendo tanto qué hacer en el verano, tanto sol, tantos libros y trabajos esperando, y, sin embargo, pareciera que el blog se impone a todo. Anotaciones incompletas, conclusiones inconclusas, deseos prohibidos, dudas manifiestas. ¿Para qué seguir? La pregunta de siempre. ¿Para qué ésto, aquello y lo de más allá? Si no es para tener hijos, ¿por qué hacemos el amor? Mejor no saberlo. Y, aunque no sirva para nada, seguir haciéndolo hasta el fin.
L.
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