Escritores, curas, astronautas y gente de a pie ocultan un intenso corazón pornográfico. Lo hemos leído en los diarios, lo sabemos por sordos murmullos, lo descubrimos en la obra de los autores más castos y puros del arte universal. Kafka, conocido aficionado a los prostíbulos de Praga, es uno de ellos. El poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade es otro caso notable. Luego de su muerte salieron a la luz poemas de su autoría que escandalizarían a las señoras de la Acción Católica. Otra admirable figura de Brasil, Clarice Lispector, alcanzó a publicar un libro (Via Crucis do corpo) cuyas protagonistas son una stripper, una monja desatada, una mujer de 60 años que mantiene un vínculo con un adolescente, una pareja de lesbianas asesinas, una anciana que se masturba y una secretaria inglesa que tiene un coito con un ser proveniente del planeta Saturno. No hay pecado en los textos señalados sino buena literatura. No hay pecado, tampoco, en el corazón pornográfico que late en cada uno de nosotros cuando nadie está mirando.
L.
todos lo tenemos/todos lo escondemos.
ResponderEliminarJ.