miércoles, 1 de diciembre de 2010

Elogio de la ignorancia


En una época donde todos parecen saber todo, donde las causas de los hechos pueden descubrirse leyendo el diario, donde las ciencias del cuerpo y el espíritu se aprenden viajando en taxi o colectivo, la actitud aconsejable debería ser el más riguroso y profundo silencio. No un silencio pasivo sino un silencio activo, atento y apasionado. En tiempos como éste la ignorancia debería convertirse en bandera de resistencia. No la ignorancia del que no quiere saber sino, al contrario, la eterna duda del que está dispuesto a admitir que no entiende nada de esta vida. El sabio no tiene ideas, decían los antiguos chinos. No tiene ideas pero está dispuesto a tenerlas.
L.

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