Es conocido el caso de Judas. Su traición a Jesús permitió que la profecía se cumpliera. Habría entonces que revisar mejor la cuestión, incluida la infidelidad en todas sus formas. Abandonar a una persona, por ejemplo, no es lo peor que se puede hacer en la vida. Tal vez el acto duela pero no tiene por qué ser una tragedia. Si uno no dejara nunca a nada ni a nadie no quedaría espacio para lo nuevo. Si se busca evolucionar es inevitable incurrir en una infidelidad a los demás, al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo. Cada día debería contener una infidelidad esencial o una traición necesaria. Sería incluso un acto optimista y esperanzador. Algo que garantizaría la fe en el futuro. Una afirmación de que las cosas pueden ser no sólo diferentes sino incluso mejores.
L.
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