Me dice una lectora del blog que el sexo está sobrevalorado y que eso la deserotiza. Estoy de acuerdo aunque yo diría que más que sobrevalorado está devaluado. Lo sexual, lo amoroso en general, ha perdido su carácter visceralmente sagrado para convertirse a veces en un trámite demasiado parecido al gimnasio o al pago de impuestos. Pero no es así. Resulta casi imposible hablar de sexo sin relacionarlo con el lenguaje, el trabajo, la realidad cotidiana, el silencio, las interrupciones, la profundidad de los vínculos, la rutina, el necesario encanto. La ilusión del sexo puro no es más que eso. Una bonita ilusión. Pero el sexo es impuro por definición.
L.
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