Las religiones, todas, cumplieron su misión. Ya es tiempo de abandonarlas y aprender a vivir sin ayuda de los dioses. Eso no significa negar las creencias sino cuestionar ese tipo de idealizaciones personales que todos tenemos o tuvimos. La religión del pasado, por ejemplo. La deificación del sexo y el amor. La construcción de altares para una mujer, una ideología, una banda de rock, un equipo de fútbol, la familia o la moral vista como un dogma. Renunciar a las religiones significa también vivir sin dioses y aceptar que la vida es, apenas, lo que es. Vivir sin dioses es producir sentidos a cada paso más allá de la liturgia y hacer, por qué no, de cada instante una iglesia. Quizás un vaciamiento semejante nos lleve a crear una nueva religión...la de la intemperie sin fin.
L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario