viernes, 7 de enero de 2011

Defensa del psicoanálisis


No creo en el psicoanálisis, dice alguien. Y casi todos aplauden. Mejor hablar con un amigo, dice otro. Y casi todos aplauden. ¿Qué me puede enseñar un desconocido que yo no sepa?, pregunta un tercero. Y casi todos aplauden. Pero quien quiera que diga esas y otras cosas parecidas continua con su angustia, sus carencias, su eterno ensayo y error, su encubierta desesperación. El psicoanálisis no es una religión. No hay nada ahí en lo que haya que creer. Es una ciencia y como tal tiene puntos no resueltos. Pero esos temas que sí tiene resueltos constituyen una de las grandes revoluciones filosóficas de nuestro tiempo junto con el marxismo y la relatividad en la física moderna. Freud se limitó a observar con atención a sus pacientes. Antes estudió los avances que había hecho la ciencia psicológica desde sus inicios en el análisis de la personalidad. Las lecciones psicoanalíticas no son dogmas. Son métodos de aproximación e interpretación activa del discurso. Son, en esencia, una práctica a la que solo se accede experimentándola. Luego Lacan se ocupó de precisar algunas cosas al concentrarse en la linguística como disciplina rectora. Es cierto que hay psicólogos que merecerían ser procesados por mala praxis. Pero eso ocurre en todos los campos de la medicina. La eficacia de la escucha analítica ha demostrado su valor en incontables ocasiones. ¿En nombre de qué o de quién es posible negarla o degradarla con un par de frases de bolsillo?
L.

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