Mientras todos gritan, callar. Mientras nadie mira, observar. Por más que el mundo esté gobernado por la indiferencia, prestar atención, sí, por qué no, a esa mujer que camina apurada, volviendo del mercado, y al tropezar deja caer una bolsa llena de manzanas, correr detrás de esas frutas, una por una hasta alcanzarlas a todas, volverlas a meter en la bolsa ante la mirada absorta de la señora que se va. Hacerlo aunque todos griten, aunque no piensen ni vean nada de lo que pasa. Hacerlo aunque se vaya la vida en eso.
L.
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