lunes, 27 de septiembre de 2010

Calor de hogar


La casa es una jaula perfecta. No debiéramos salir de ahí jamás. Están los libros, los discos, el gato, las fotos, percianas que preservan la intimidad. Hay cama doble, baño de vapor, manzanas, cuerpos desnudos y fantasmas amables. ¿Por qué abandonaríamos semejante fortaleza? Pero, qué pena, de pronto algo de afuera interrumpe el calor de hogar. Alguien llama o reclama, una desconocida deja un mensaje inconcluso por debajo de la puerta y un perro ladra como loco en el techo. La dulce jaula nos ahoga y descubrimos (maldición) que hasta en el paraíso hay mosquitos.
L.

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