En el momento en que el martillo corta el aire en dirección a la desolada punta de un clavo se altera extrañamente el plan del mundo. Cuando mis vecinos dejan de gritar surge en mí un deseo inexplicable de evocar algo olvidado. Cuando las abejas africanas se calman por un rato sueño con la playa de mi infancia. Es difícil de explicar. Por alguna razón cesan las órdenes y aparece la música del cielo. Justo cuando el taladro se dispone a entrar en mi cabeza.
L.
L.
Que buen texto! Genial.
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