miércoles, 22 de septiembre de 2010

Carta desde Colombia


El día no empezó bien. Ayer fue un día nublado y estuvo lloviznando todo el tiempo. Incluso en la noche. El taxi tomó una de las autopistas y condujo a una velocidad que superaba los 120 kilómetros por hora. El asfalto de la ruta suicida estaba mojado. Cuando regresé a casa encendí el computador. Había caído internet. Estoy trasnochada, tengo sed, no puedo hacer lo que quiero y eso es motivo de infelicidad. Nunca he conocido un otoño. En Colombia todas las ciudades se vanaglorian de tener una eterna primavera. Será por eso que nos matamos.
Andrea

2 comentarios:

  1. Es increíble cómo podés decir tanto con tan poco, Andrea. La relación entre primavera y tragedia que hacés al final del post resulta sencillamente genial.
    Rulo

    ResponderEliminar
  2. Tolerancia y templanza son palabras que han quedado congeladas.Y no hay primavera que valga. Ni sol que las libere.
    Graciela B

    ResponderEliminar