El día no empezó bien. Ayer fue un día nublado y estuvo lloviznando todo el tiempo. Incluso en la noche. El taxi tomó una de las autopistas y condujo a una velocidad que superaba los 120 kilómetros por hora. El asfalto de la ruta suicida estaba mojado. Cuando regresé a casa encendí el computador. Había caído internet. Estoy trasnochada, tengo sed, no puedo hacer lo que quiero y eso es motivo de infelicidad. Nunca he conocido un otoño. En Colombia todas las ciudades se vanaglorian de tener una eterna primavera. Será por eso que nos matamos.
Andrea
Andrea
Es increíble cómo podés decir tanto con tan poco, Andrea. La relación entre primavera y tragedia que hacés al final del post resulta sencillamente genial.
ResponderEliminarRulo
Tolerancia y templanza son palabras que han quedado congeladas.Y no hay primavera que valga. Ni sol que las libere.
ResponderEliminarGraciela B