viernes, 24 de septiembre de 2010

¿Se acabaron las cartas de amor?


Definidas alguna vez como la manifestación irrepetible de una lejanía las cartas de amor están sufriendo una mutación en la era del correo electrónico. Ya no hay papel, tampoco un mechón de pelo o rastros de rouge. Es cierto que la voz en el teléfono (que ahora se llama celular) agrega textura a los mensajes: susurro, cadencia, tono de voz. Pero en el otro extremo de la línea el mail disuelve al aura. El mensaje viaja desnudo y ni siquiera hay nada que lo asegure de ser interceptado por otra máquina. Al margen de la tecnología los mensajes de amor siguen en manos de los fantasmas que, dice Kafka, se beben los besos en el camino. Con frecuencia el discurso amoroso es pura autorreferencia. El emisor habla de sí mismo sin pensar demasiado en el otro/otra. Pero si bien no todas las cartas llegan al destinatario (advierte Lacan) todas llegan a destino.
L.

2 comentarios:

  1. Yo creo que las cartas de amor son una excusa para decir algo. Raramente lo que ahì se escribe tiene un destinatario concreto. Igual me gusta recibir mensajes de amor. Y me gusta aunque no sea yo el centro de esa fantasìa o alucinación o no sè què.
    Florencia

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  2. Cartas de amor prohibido, distante. Amor que espera y sueña, deseo en soledad. Cartas de amor escritas de madrugada, abolladas en el piso, como canciones. Tristes o demasiado alegres, cursis, largas o muy cortas.
    ¿Qué sería del amor sin las cartas?
    e

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