Por no privarnos de un bocado arruinamos a veces el banquete. Laura, una amiga, fuma cuarenta cigarrillos al día. Me dijo que cuando aspira el humo y llena sus pulmones disfruta de una plenitud inigualable. Los médicos le advirtieron que a ese ritmo su destino es una muerte injusta y prematura. Pero mi amiga no piensa en el banquete (su vida) sino en el bocado. Marcelo, profesor de filosofía en la UBA, traiciona a su mujer con alumnas ocasionales. Todo resulta fácil. Marcelo es joven, sus clases son interesantes, las estudiantes confunden presocráticos y preservativos. Mi amigo no piensa en el banquete (su familia/sus clases) sino en el bocado. La esposa lo descubrió en dos o tres oportunidades con leves inspecciones en el celular y el correo electrónico. Pero eso es lo de menos. Lo que importa es el acto y sus consecuencias. Por no privarnos de un bocado arruinamos a veces el banquete.
L.
Algunas personas nos dejamos apantallar y confundimos el bocado con el banquete. Los dos empiezan con B...Para otros es cuestión de perspectiva. Ven como banquete al bocado o viceversa. Confusión intencionada. Pero -seguramente- llegará el momento de vomitar y de que salga la cruda realidad... Ahí cada quien decide si aprendió la lección o si cree que lo bailado nadie se lo quita. ¿Pero bailando no se perderá también el baile?
ResponderEliminarVera, desde Tijuana, México.
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