miércoles, 22 de septiembre de 2010

Número


¿Cambio de trabajo o sigo con el de siempre? ¿Escribo o no escribo la novela? ¿Me caso con esa mujer o la de más allá? ¿Me mudo de casa o sigo en la misma? ¿Lo hago solo o acompañado? ¿Empiezo una terapia o mejor hablo con un amigo? ¿Doblo a la derecha o a la izquierda? ¿Compro manzanas o naranjas? Vivimos atrapados en el número dos. Hay una doble y casi fatal vertiente que bifurca el camino de nuestros días. La oscilación es constante y eso nos atormenta. ¿Hasta cuándo vamos a dejarnos dominar por la maldita dualidad? ¿No habrá llegado la hora de ir dejando el dos para entregarnos al riesgo, el temblor y la certeza del número uno?
L.

4 comentarios:

  1. Este post puede ser un mantra para quienes somos indecis@s.

    Dan ganas de tatuarlo en la parte interior de la muñeca , para que me ayude a regresar cada vez que estoy a punto de irme a la disyuntiva.

    Florisse

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  2. Encuentro en la duda un incentivo para evaluar otra alternativa y si no me quedo en la indecisión fortalecer la elección. La dualidad está en nuestra naturaleza, desde aquél principio hilemórfico con el que Aristóteles definía al hombre. Esa certeza añorada creo que sólo es atributo del Ser y se mantendrá esquiva para nosotros.
    Graciela B

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  3. El único problema es que el uno no cambia. Desde el dos, si aparece un elegido, nos maravillamos con un hermoso tres que ni en nuestra imaginación existía.

    Excelente escrito. Gracias por multiplicar mis dudas en tan sólo unas líneas.

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  4. Si, creo que lo mejor es elegir el uno, y andar por ahí, lo que si es.

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