lunes, 27 de septiembre de 2010

Una lección desde la selva colombiana


No comparto los métodos de las guerrillas colombianas de las Farc. Encadenar gente en la selva durante varios años y crear campos de concentración clandestinos no tiene nada que ver con mis principios revolucionarios y proclives al cambio social. La idea marxista de la lucha de clases jamás planteó la exterminación de la clase enemiga. Al contrario. La postura de los clásicos era liberar por vía revolucionaria a todas las clases en conflicto. Dicho esto apoyo el primer comunicado emitido por el grupo guerrillero tras la caída del Mono Jojoy -uno de sus jefes militares más notorios- y varios de sus compañeros. El comunicado insurgente reclama una oportunidad para la paz (no para la rendición) y rechaza el camino de eliminar al contrario como vía de reconciliación. Este último punto debería ser considerado con la mayor atención. La fantasía de vivir sin enemigos, sin lado oscuro, sin lo que se nos opone, es una alucinación enfermiza. El enemigo (cualquier enemigo) puede ser combatido pero no exterminado completamente. Aplicado a lo personal el principio sostenido por las Farc tiene una fuerza poderosa. Tenemos que aprender a nadar en la mierda para dejar de actuar para la mierda. Tenemos que saber convivir en combate con la parte más repugnante de nosotros mismos si aspiramos a rectificar rumbos y ser mejores personas. No se puede huir de lo que no desaparece. La frase no es mía sino de Heráclito, un presocrático griego que, hasta donde yo sé, no militaba en las Farc.
L.

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