domingo, 14 de noviembre de 2010

Carta desde Colombia


Luego de hablar contigo el cielo se tiñó de negro. Las nubes empezaron a correr y pensé que escaparía de la lluvia. Pero no fue así. Sentí como si estuviera bajo una catarata. El agua cubrió todo en pocos minutos y en pocos minutos terminó. Salí a caminar buscando papagayos. Llevaba el vestido azul que compré en Cartagena. Crucé un río de hormigas gigantes y me encontré con una pareja de canarios que se alimentaban de semillas. Su hijo, un pichón aún gris, los buscaba para que le dieran comida. Pero ellos lo rechazaban. Ya era hora de la vida independiente. Tres niños pasaron a mi lado galopando en caballos negros y veloces. Las mujeres arrojaban con escobas el agua que había entrado en las casas. Los perros, aún asustados por el diluvio, permanecían al resguardo de los zaguanes. Finalmente apareció un papagayo azul y amarillo en la cima del samán, que, en esta época del año, empieza a florecer. Unos bogotanos recién llegados lo contemplaban impresionados por su tamaño y la fortaleza de su canto. Los indios tayronas solían despertarse con ese sonido raro y ancestral.
Andrea

1 comentario:

  1. ahora entiendo, andrea, por qué se relaciona a tu país con el realismo màgico. hermoso texto.
    mili

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