Cuando se exige una palabra de nosotros no debemos negarla. Hemos guardado hasta ahora un silencio demasiado parecido a la estupidez. Seguir callando en las actuales circunstancias es una cobardía similar a la del hombre que no entra como debe en la mujer amada. Semejante acto de respeto es una completa falta de respeto. Llegó la hora de poner fin a tanta prescindencia. Vámonos, cuervo, a fecundar tu cuerva. La palabra es el sexo del espíritu.
L.
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